Por qué no sigues siendo
la bella de antes,
si conservas tu mar
con la ola que cabalga furiosa.
Cómo es que tú poesía ya no es
si el anciano amigo camina en tus calles
con la certeza de su destino.
Por qué no acudes Santa a la misa
como aquel domingo que te conocí.
Dime – si sabes- cómo salvarte de ese final
